domingo, 28 de noviembre de 2010

Cabaret


En 1972, cuando el "musical" estaba practicamente desaparecido y aparentemente no existía intención alguna de recuperarlo, el estreno de Cabaret en las salas de cine significó el retorno triunfal del género a la gran pantalla y ocasionó que el público mostrara nuevamente interés por él. Mejor aún, no sólo el público se interesó por la cinta, sino que esta llamó también la atención de los medios y de la crítica, obteniendo así 10 nominaciones a los premios Oscar. Tomando en cuenta que su principal competidora aquel año fue la celebradísima El padrino de Francis Ford-Coppola, resulta francamente sorprendente el hecho de que Bob Fosse le haya arrebatado el premio casi de las manos a este gran realizador, alzándose con la estatuilla al Mejor Director, además de los otros 7 premios que cosechó la cinta, sumando así 8 en total: Mejor Director (Bob Fosse), Mejor Actriz Principal (Liza Minnelli), Mejor Actor de Reparto (Joel Grey), Mejor Fotografía (Geoffrey Unsworth), Mejor Banda Sonora Adaptada (Ralph Burnes), Mejor Montaje (David Bretherton), Mejor Dirección Artística (Rolf Zehetbauer, Hans Jurgen Kiebach y Herbert Strabel) y Mejor Sonido (Robert Knudson y David Hildyard). Claro que, como es bien sabido, la ya clásica cinta de gángsters de Ford-Coppola se coronó como la "triunfadora de la noche" al ganar en las categorías de Mejor Guión Adaptado (Francis Ford-Coppola y Mario Puzo), Mejor Actor (Marlon Brando) y Mejor Película. Aquí no entraremos en discusiones acerca de cuál es realmente el mejor filme, pero no dejaremos de mencionar que, ciertamente, resulta poco coherente premiar a una cinta como Mejor Película teniendo esta solo 3 estauillas y no otorgárselo a la que tiene 8.

Pero, en todo caso, ¿qué cualidades pose Cabaret para haber vencido en 8 importantes categorías a uno de los filmes más recordados y venerados de la historia del cine? Veamos.


Para empezar, Cabaret es un "musical", y como tal posee una energía y vivacidad especial que no decae y que se adapta a las distintas situaciones y acontecimientos del argumento. Es, además, la adaptación cinematográfica de una célebre obra de Broadway, la cual le hereda los elementos histriónicos y circenses que se hayan presentes a lo largo de toda la película. Pero, antes que cualquier otra cosa, Cabaret es una cinta que critica, condena y se burla de una época que todos preferirían olvidar, es el espejo de una dura realidad pasada y el espejismo que la misma obligaba a crear. 


En Cabaret podemos diferenciar dos dimensiones o escenarios distintos: por un lado, el que nos muestra la cinta misma, la Alemania invadida progresivamente por los nazis, el mundo sumido en la Gran Depresión que el Crack ha ocasionado, la nación racista, violenta, prejuiciosa, confusa y soberbia en la que se transformaba Alemania por aquellos años; y, por otro lado, está el mundo circense y paradójico que se levanta sobre el escenario del Kit Kat Club, lugar donde ocurre exactamente lo mismo que ocurre en el mundo real, solo que se le muestra de una forma metafórica, ridícula, salvaje, burda y grotesca. El Kit Kat Club es el lugar donde "no existen los problemas", donde "todo es hermoso", donde "es todo perfecto"; y en realidad no es que los problemas mágicamente desaparezcan, solo que, repentinamente, estos no son más un motivo de angustia, sino más bien de risa y jocosidad. El Cabaret es, entonces -como dice la letra del tema principal-, la vida misma, el día a día, la realidad presente, es la "gran parodia" de la decadencia, el reflejo monstruoso de un mundo encaminado a la sordidez, que se sume en la depresión, que  no se acepta como es y que se espanta y a la vez se mofa de sí mismo. 


Toda la película es un gran juego de reflejos que trasgreden las leyes del espejo y se trasladan de un hemisferio a otro. Los personajes principales, Sally y Brian, son sujetos de convicciones fuertes, sólidas, de metas claras; no obstante, la realidad se antepone, como siempre, a todo y se impone sobre ellos, confundiéndolos y aturdiéndolos a niveles insospechados. Ambos personajes tiene sueños y anhelos que se ven truncados por la crisis de la época, que se manifestaba en todos los sentidos, no solo en el aspecto económico como se podría pensar. Ambos son, entonces, el reflejo de la sociedad, la causa y la consecuencia de la realidad, las víctimas y visctimarios. La historia secundaria entre Fritz y su amada judía funciona también a manera de gráfico de una manera de pensar, de sentir y actuar características de la época.

Por otro lado, los números musicales presentados en el escenario del Kit Kat Club le dan a la cinta una dinámica especial: tras una escena que refleja muy bien el contexto en el que se sitúa la cinta, aparece una parodia de esta realidad, realizada con ingenio, energía, sensualidad y sarcasmo. Dichas parodias están plagadas de simbolismos, como que el cuerpo de baile se mueve con la cadencia de un grupo de marionetas que maneja un titiritero, llena de alusiones sexuales y modos grotescos de conducirse. El Maestro de Ceremonias es el centro de la acción sobre el escenario, el elemento que se mueve sobre él gracias a esa especie de enerígía física frenética que más temprano que tarde se apodera de todo y se vuelve el eje sobre el que gira el mundo; este personaje es el hilo conductor de la historia y el lazo que une el mundio real al mundo de la parodia. Las letras de cada canción son más explícitas que metafóricas, aunque el resto de elementos no sigan esta misma línea.

Existen, pues, diversas historias confluyendo e interactuando entre sí en Cabaret: la historia de la Alemania que comienza a sentir lá presencia del nazismo por todas partes; la historia de amor entre Sally y Brian -a la que se acopla perfectamente el millonario Maximilian-; la historia del judío que se hace pasar por católico y que precisamente se enamora de una mujer judía, comenzando así a perseguirlo sus fantasmas personales; la historia del Kit Kat Club, el "paraíso donde no existen los problemas", templo de los excesos, la burla y los vicios, que sufre una serie de transformaciones a lo largo de la cinta; la historia de Sally Boyle, la joven norteamericana que desea ser una gran actriz de Hollywood, atrevida pero ingenua, astuta pero inocente, la niña soñadora que se deja deslumbrar facilmente por los lujos, la belleza, el poder, la fama y demás maravillas que se le pongan en frente.

Cabaret se sitúa en el contexto de un mundo escapista. Por aquellos ya lejanos años treinta el mundo se negaba a aceptar determinados aspectos de su realidadm la sociedad buscaba "huír" de esta realidad: el teatro se volvió escapista, el cine se volvió escapista y se crearon "lugares de escape" como los cabarets.

En cuanto a la fotografía, los colores son predominantemente cálidos y muy intensos. La cinta tiene un aspecto acogedor y la iluminación aporta mucho en este sentido, dánole a la película un tono intimista y secreto, misterioso y cómodo. La cámara se mantiene siempre a una distancia prudencial, se intromete en las acciones de los personajes y en los acontecimientos vario solo hasta cierto punto, pues prefiere contemplarla desde una perspectiva amplia donde pueda apreciar cada detalle. Al filmar los momentos musicales sobre el escenario se acerca muchísimo a los rostros y distimtas partes del cuerpo de quienes están sbre las tablas, logrando así un efecto de distorsionamiento que le da una atmósfera alucinógena, delirante, inestable y exagerada a la escena.



Cabaret, si bien fue un gran éxito en el amplio sentido de la palabra, no consiguió finalmente que el "musical" resurja como se esperaba, no obstante acolaboró a su revaloración. Cintas como esta, que de forma tan particular han plasmado una época y todo lo que se encuentra implícito en ela, mercen ser reconocidas como auténticas obras maestras del cine.




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